domingo, 8 de mayo de 2011

E l salario real creció 4 veces menos de lo que dice el Indec

Como argumento para aminorar la agudización de los conflictos laborales se señala que hubo una importante mejora del salario real. Esto sólo puede ser sostenido si se le da credibilidad a los índices de precios del INDEC. Si se toman mediciones alternativas de inflación aparece que el salario real ha tenido un crecimiento modesto. Para que el contexto internacional inéditamente favorable se traduzca en mayores salarios reales es fundamental un cambio de paradigma en la política laboral. Hay que priorizar la generación masiva de nuevos empleos de calidad, en lugar de proteger la burocracia y la ligitiosidad.
En el discurso oficial se multiplican las menciones en torno a las mejoras de salarios obtenidas en los últimos años. Los motivos de que el tema salarial ocupe mayores espacios son muchos, pero uno de particular importancia es la muy elevada conflictividad laboral en conjunción con la alta inflación. En particular, la preocupación se genera por los impactos que pueden tener los nuevos ajustes de salarios nominales –algunos de ellos superiores a los de años anteriores–, sobre  la inflación y, por esta vía, sobre la evolución de la economía y la situación social.
Es legítimo y recomendable que las autoridades se preocupen por aminorar la conflictividad laboral y mitigar la inflación. Pero es fundamental hacerlo a partir de un buen diagnóstico, especialmente en relación a cómo evolucionaron los salarios respecto a los precios, es decir, cómo evolucionó el salario real. Considerando los salarios nominales declarados por los empleadores antes la AFIP que publica el INDEC y los índices de precios oficiales aparece el siguiente cuadro de situación:
·         El salario promedio del sector privado en el año 2000 era de $900 y en el año 2010 es de $ 4.200, es decir, tuvo un crecimiento nominal del 367%.
·         Si a la evolución del salario nominal se la corrige por la inflación del INDEC, el salario real aumentó un 84%, es decir, que de los $900 del año 2000 se habría llegado en el año 2010 a  $1.652.
·         Pero si a la evolución del salario nominal se la corrige por una inflación alternativa (por ejemplo, la inflación oficial de San Luis), el salario real aumentó apenas un 23%, es decir, que de los $900 del año 2000 se pasa a $1.105 en el año 2010.
Estos datos brindan un ejemplo concreto de cómo la manipulación del sistema estadístico oficial genera incertidumbre, errores de diagnóstico y conclusiones equivocadas. Por no contar con estadísticas rigurosas sobre inflación se deforman las mediciones más básicas, como la evolución del salario real. Más allá de que las mediciones alternativas tengan una rigurosidad metodológica no probada, las tendencias son claras. El salario superó el nivel que tenía antes de la crisis, pero en una magnitud que probablemente sea casi 4 veces más baja que la que surge de calcular el salario real con la inflación del INDEC. 
Esta tendencia de los salarios reales contrasta con la históricamente favorable situación internacional. Dado que entre los años 2000 y 2010 los términos de intercambio crecieron un 33%, un aumento de los salarios reales del orden del 23% resulta modesto. Esto sugiere que el fuerte crecimiento en el empleo formal fue generado fundamentalmente por la abrupta licuación de salarios reales que produjo la devaluación del año 2002, pero apenas el salario real supera el nivel previo a la crisis el empleo productivo tiende a estancarse, aun cuando las condiciones externas siguen siendo muy favorables.
La preocupación oficial por mitigar la inflación y reducir los niveles de conflictividad es justificada. No hay posibilidades de progreso social bajo un contexto de crecimiento vertiginoso de los precios y de constante paralización de la producción por paros, actos de vandalismo y violencia originados en problemas laborales. Pero pierde legitimidad cuando argumenta que hubo una supuesta mejora de los salarios reales que sólo se puede sostener con la manipulación del índice de precios oficial.
La realidad es que los salarios reales han ido a la zaga de la oportunidad histórica que brinda la situación internacional. Para revertir este proceso, es fundamental reconstruir el sistema estadístico oficial y modificar la orientación de las políticas laborales. En especial, se debería bajar la presión impositiva sobre los salarios, eliminar las distorsiones legales que contribuyen a la litigiosidad y la corrupción, y simplificar y dar contenido racional a las regulaciones laborales. Así será factible que los trabajadores, sobre todo los de las pequeñas empresas que sufren mayor vulnerabilidad social, tengan mayor participación en los beneficios del buen contexto internacional.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejá tu comentario